Nadie puede alcanzar el espacio entre
tus dedos
en la plenitud de la víspera a una
felicidad imposible,
donde naufragan corazones delirantes en
vanos intentos
creyendo entender para que naciste.
A ciegas van en hilera tras el cerco de
tus ojos
después de suicidarse sobre escritorios
de oficinas canallas,
mientras voy juntando mis partes de entre los escombros
me apiado por lo que les espera bajo la
sombra de tus palabras.
Poco a poco te vas alejando sembrando en
ellos pesadillas
hilvanando la cruel realidad de los
miserables que languidecen,
vas pillando sus almas en un puño como
una hoguera encendida
deshaces esperanza bajo la
lluvia hipnotizada de noviembre
No hay comentarios:
Publicar un comentario