octubre 11, 2015





Nadie puede alcanzar el espacio entre tus dedos
en la plenitud de la víspera a una felicidad imposible,
donde naufragan corazones delirantes en vanos intentos
creyendo entender para que naciste.

A ciegas van en hilera tras el cerco de tus ojos
después de suicidarse sobre escritorios de oficinas canallas,
mientras voy juntando mis partes de entre los escombros
me apiado por lo que les espera bajo la sombra de tus palabras.

Poco a poco te vas alejando sembrando en ellos pesadillas
hilvanando la cruel realidad de los miserables que languidecen,
vas pillando sus almas en un puño como una hoguera encendida
deshaces esperanza bajo la lluvia hipnotizada de noviembre

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